
LA MODA EN EL ARTE
La relación Arte/Moda viene de lejos, perdura en la actualidad y no parece que, pese a su promiscua volubilidad, se augure un futuro divorcio.
La fotografía, como antes la pintura, nació vinculada al paisaje y al retrato. La representación de la figura humana siempre ha variado entre la desnudez y el vestido, en un intento de deslumbrar haciendo eterno un instante de belleza. El cine, dando un paso por encima del teatro ¿qué es sino un gran desfile de moda, con su potente banda sonora, su vestuario apropiado, sus pertinentes localizaciones, su espléndida iluminación, su estudiada dramatización y un guión que atrapa al público? Hace mucho tiempo que sabemos que el hábito sí hace al monje y que el género humano nunca vistió solamente para protegerse de la intemperie, sino para mostrar un status social, sobresalir en belleza o dignificar momentos especiales de la vida.
En el vestuario cinematográfico y teatral se ve un reflejo de las modas de todos los tiempos. Claro que el cine inventa modas que no existieron, pero esto revierte en la moda real que, en muchas ocasiones, retoma esos temas y los lleva a sus creaciones actuales. Así que podríamos decir que la moda también nos recrea y reinventa el mundo y el tiempo.
Todo esto ya había pasado con la pintura y la escultura, que se han detenido en plasmar la vestimenta de las distintas clases sociales, pero sobre todo de quienes tenían en el vestido una manera de afirmarse. Vestidos, adornos, joyas y complementos, han presentado en las obras de arte a los personajes de cada época.
Recuerdo hace unos años la campaña de El Corte Inglés de “Bienvenidos donde la moda es Arte”, utilizando la imagen de una recreación actualizada de Las Meninas de Velázquez. El propio Yves Saint Laurent realizó varias colecciones inspiradas en el cubismo de Picasso, en Mondrian, Braque y en Van Gogh, la diseñadora Hannah Hoyle lo hizo con Andy Warhol, Galiano se inspiró en los colores y motivos de Monet, Dior en Gustav Klimt, Moschino en Frida Kahlo, Jil Sander en Picasso, Rodarte en Van Gogh, Dolce & Gabanna en los mosaicos de la catedral de Sicilia, Valentino en Lucas Cranach El Viejo, etc. La lista sería interminable. En muchas ocasiones los propios artistas han colaborado directamente con la moda, aportando sus ideas para las nuevas creaciones o interviniéndolas.
Las “artes aplicadas” siempre han sido consideradas como de segunda categoría, pero fue precisamente la pintora Sonia Delaunay, que marcó, junto a su marido Robert, la vanguardia artística de principios del siglo XX, quien emprendió un camino que dejó huella, tras la confección de una colcha con retales de colores para la cuna de su hijo. 1913 marca el inicio de “vestidos simultáneos”, en la línea del movimiento inglés Arts and Crafts, que consideraba que la pintura no era superior a un vestido o al diseño de un jarrón. En el Madrid de 1918 Sonia abre “Casa Sonia”, una tienda de diseño que vistió a la aristocracia. En 1923, el escritor Guillermo de Torre escribió de ella: “¿Quién ha sido el Hada generosa que con las solas llaves de sus manos ha abierto la prisión, dejando que se desparramen los colores en nuestra indumentaria y nuestra casa, como una bandada de niños o de pájaros?”.
En la Royal Academy of Arts de Londres, se ha expuesto la “Aware: Art Fashion Identity”, una de las mejores reflexiones sobre esta relación entre la moda y arte contemporáneo. Participaron, a la vez, diseñadores y artistas, destacando algunos tan conocidos como Marina Abramovic, Yoko Ono, Cindy Sherman o Yohji Yamamoto.
El vestido, además de su función práctica, tiene una función estética, manifiesta una identidad social o cultural, celebra un momento importante de la vida y expresa, consciente o inconscientemente, una posición, una aspiración, un estado o un sueño. Exactamente lo mismo ocurre con el arte, desde la pintura hasta la arquitectura. Tal es así que la moda y el arte no podían sino caminar a la par puesto que las dos disciplinas juegan un papel fundamental en nuestra identificación/ocultación de lo que somos y de lo que aspiramos a ser. La moda y el arte nos cambian la vida, por eso tal vez los creadores aún pueden ser unos visionarios que nos ayuden a cambiar el mundo.
Este artículo apareció publicado originalmente en el número 2 AFWMAG de 2017 por Javier Lorente (artista visual).