
LA BATALLA DE LAS FLORES
Hubo una vez un tiempo en el que todo el mundo usaba antifaz y los sueños duraban sólo diez años, pasaron otros diez, y diez mil árboles cayeron en todo el planeta. Ya sólo quedaban flores metálicas, frías y sin color, pero más allá de los corales, en la cara oculta de la Luna, vivían flores de carne y hueso, calientes y de colores primarios. Flores que no pinchan, sino que vibran y se mueven al ritmo de latidos, suspiros y bailes sin ensayo. Y la gente con antifaz comenzó a viajar a la cara oculta de la Luna en busca de esas flores que prometían la felicidad.
Pero las flores no estaban, y la gente con antifaz regaba con su mejor agua aquellas tierras, pero las flores no crecían, y la gente con antifaz araba con gran dedicación aquellas tierras, y aunque las flores no aparecían, la gente sin antifaz se quedaba. Hasta que un día, las flores simplemente brotaron, salvajes y naturales, con una forma, un color y un olor tan puro, que la gente con antifaz tuvo que quitarse el antifaz para disfrutar de aquel espectáculo que hacía agitar sus corazones ya consumidos por el tiempo. Pero la gente con antifaz tuvo miedo. Y entonces la batalla comenzó: la gente con antifaz sacó piedras, papel y tijeras para golpear, asfixiar y cortar aquellas flores, pero ellas pelearon como amazonas, desde la raíz, despeinando sus pétalos y resquebrajando sus tallos. Y la gente con antifaz disparó cañones y bombas, pero las flores lanzaron un enjambre de abejas, todas ellas reinas de corazones, que convirtieron cañones y bombas en colmenas llenas miel para los labios que escupían sapos y culebras.
Y la gente con antifaz prendió el fuego que incendió aquel lugar en el que antes habían sido su mejor versión, sin saber que las flores no se queman y mueren, simplemente arden y se transforman. Y la guerra terminó pero la lucha nunca acabó. Porque después de cada sueño fulminado, después de cada despertar, después del amor y después de la batalla, allí, en el mismo lugar, vuelve a nacer la vida.
Este artículo apareció publicado originalmente en el número 2 AFWMAG de 2017 por Piga Guerrero.